
La palabra escrita dejó de ser monopolio de los blancos. Un nuevo grupo de escritores aborígenes reclama la atención de los lectores para dar una versión propia sobre su historia y transmitir los valores de los primeros pobladores que tuvo el territorio nacional.
Sin embargo, la incipiente aparición de literatura indígena permanece casi en el anonimato y son pocas las editoriales interesadas en ponerla en circulación; incluso los organismos gubernamentales dan la espalda a los pedidos de apoyo de los artistas aborígenes.